Voy a comprar tabaco.
Salgo del coche.
En el trayecto de asfalto
y paso de peatones
tengo tiempo para pensar
en cosas irrelevantes como
Somalia, Irak, Los payasos
de la tele, Eta
y otros asuntos de difícil catalogación
que me mantienen ocupado
en la hipocresía del verbo
mientras llega el ansiado cigarrillo
a mi boca
con toda la muerte que quepa
en dos pulmones a pleno rendimiento
-o al menos, sin ruidos de fuelle-
para ir serpenteando el camino
que irremediablemente lleva
a La Gran Pregunta:
¿Qué
coño
hago
yo
AQUÍ?
2 comentarios:
Vengo del bar de abajo de comprar un Camel.
Lo siento, divagué durante el corto trayecto de ida intrigado sobre el vestuario de la camarera.
Durante el camino de vuelta a casa mis pensamientos volaron con el humo en la direción de su escote.
Maldita sea, Silente...
¿Porqué eres tan bueno?
Te quiero.
Desde que me dejé de fumar ya los versos me salen sin volutas de imaginación y con la rima sin nicotina... menos mal que consigo respirar, de vez en cuando, sin toses en las estrofas.
Yo sí que sé lo que hago aquí: disfrutarte...
Abrazos inmensos... siempre...
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