«Hay que bajar la basura», dice una voz
a lo lejos, mezclada
con el tintineo de los cubiertos
en el fregadero.
Y tú, como un mal menor,
vacías el negro contenido
de un cenicero
y aparcas la bolsa junto a la puerta
mientras buscas otro cigarrillo
y te pones los zapatos
y el abrigo.
La noche
no te contempla.
No te reconoce.
Lanzas, cerrada,
la basura del día
pensando que de la otra
no te podrás librar
tan fácilmente.
3 comentarios:
sin sombrero me quedé, don Vicente! muy bueno sí señor!
¡Durísimo Vincent!
Me dolió por verdadero, pero es que acá en Buenos Aires, llueve...
Un beso enorme.
Resulta muy familiar. O bajas la basura o un día te das cuenta de que Diógenes se planta de okupa en tu casa. Muy lograo, sí señor. Un saludo
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