Ya me lo decía mi madre: Ay, hijo mío... ¿Y qué será lo próximo?

viernes, 25 de julio de 2008

PH NEUTRO


Uno asiste a la maravilla de extender el brazo y encontrar ternura
o puede al menos sentir la huella de un espacio
lleno de amor y otras enfermedades.
Uno recuerda y llora
lágrimas de alegría
lágrimas de alergia
pero igual llora
desde la escarcha de un rocío
hasta el ocaso de un sueño.
Uno despierta siempre mojado
como cuando era un niño
y extiende el brazo y encuentra ternura
nada ha cambiado… bueno sí
uno también tiene que cortarse el pelo
y lee el periódico mientras espera
y ejerce su papel de ciudadano bien informado
y habla con el peluquero.
Los peluqueros entienden mucho de fútbol
también saben cómo se igualan las puntas
pero eso es menos interesante.
-No me corte mucho, por favor, ayer
tuve un sueño y no quisiera perderlo.
Como era previsible, el peluquero también hizo la mili y te la cuenta
como si hubiera estado en la Segunda Guerra Mundial.
La conversación llega a tal punto que uno tiene que decir:
-Pues a mí lo que más me gusta es masturbarme.
Pero resulta que el peluquero también entiende de eso
y ahora le has recordado una anécdota muy graciosa
y te hace saber los pormenores de un descanso onanista
con sus compañeros de cuartel frente al televisor que tenían
qué risa en la sala de literas que por cierto era en color
viendo el España-Francia…
Entonces, exhausto
uno asiste a la maravilla de extender el brazo y encontrar a uno solo
con el pelo corto y ya sin sueño
que despierta mojado de una pesadilla
empuñando un secador
en actitud amenazante.



Vicente Llorente
Premios del Certamen Jara Carrillo, Volúmen 6.
Edita: Ayuntamiento de Alcantarilla, Murcia. 2001
Prólogo de Luis Alberto de Cuenca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí también me gusta resguardarme de las peluquerías donde una extraña metamorfosis te convierte en quien no eres y, encima, con menos cabello que desordenar.
Siempre es un placer leerte, sentirte, reflexionarte en la soledad de la algarabía cotidiana.
Besos grandes...

Anónimo dijo...

Es esa facilidad tuya de hacerme perder el norte cuando te leo. Es esa capacidad tuya de hacer que mis tripas se remueban y se derrame sobre los papeles que escribo retazos inconscientes de tu obra. Es esa genialidad tuya para hacer que los recuerdos lleguen a uno con el aroma de la tristeza, y al mismo tiempo se parta uno el culo (con perdón)

Un abrazo.