La
patria es un aroma
a
café, sudor, delirio.
Unos
zapatos al pie de una cama.
Un
nombre de mujer, de amigo,
de
ciudad, de bar,
de
tantas cosas pequeñas
que
sobrevuelan tus miserias.
Y
es que entendimos mal
las
banderas:
Nunca
fueron nuestras.
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