Ya me lo decía mi madre: Ay, hijo mío... ¿Y qué será lo próximo?

sábado, 26 de septiembre de 2009

Paco Sanjuán expone y se expone




CENTRO CULTURAL DE PETRER (Alicante)

óleo, dibujo, cómic y escultura

Del 25 de septiembre al 12 de octubre de 2009



Hay una larga lista de creadores que me interesan. Artistas que han dejado su ejemplo y su constancia como legado. La mayoría de ellos han estado lejos de mi círculo o los he estudiado en libros. Por eso es importante para mí hablaros de Paco Sanjuán, amigo y creador que además ha convivido durante años conmigo en Barcelona. Tal privilegio para mí merece, más que estas líneas, una celebración constante.

Nuestra casa ha sido una especie de laboratorio creativo, con un horno pequeño de Paco y música mía sonando de fondo, entre dibujos y frases escritas como cenefa en la pared. Hemos saboreado la bohemia por imposición más que por mitificación, porque, definitivamente, es un precio a pagar por ser libre. Y Paco es un ser libre. Plantea cada proyecto como algo único, sin autocensura, poniendo al servicio del resultado artístico que pretende, su técnica y meticulosidad. Me conmueve ciertamente su capacidad crítica para hacer justicia con esos personajes que la historia ha relegado al olvido: actores secundarios del cine mudo, escritores que acaban haciéndose el haraquiri, cantautores riéndose de sí mismos y otros más conocidos, “pillados” en momentos de cierto patetismo, como Maradona, teñido de rubio y a punto de explotar en su estancia en Cuba o Bill Clinton, “miembro” del stablishment y “cabeza” de turco de los reprimidos represores. Y todo ello, confeccionado con una ternura y una mirada tan inocente que lo hace aún más irónico, más artístico.

Su actitud ante la obra es de constante pregunta, a sí mismo y al espectador, derramando enigmas en cada trazo o perfil. No busca solucionar nuestra vida, sino implicarnos en ella para resolverla nosotros. No usa el maniqueísmo como forma de promoción, sino el paso firme y lento de un cultivador voraz de sentimientos.



Y así expone, y se expone, a la intemperie de los que miran su obra y no pueden dejar de mirarla.