Ya me lo decía mi madre: Ay, hijo mío... ¿Y qué será lo próximo?

sábado, 7 de febrero de 2009

EQUIPAJE

Tengo una hermana que no es de sangre. Una voz que resuena en mi cabeza.Una amiga que cantaba mi canción, que ya fue suya para siempre. Su hospitalidad es conocida por quienes la conocen. Me descubrió artistas, como ella, imprescindibles. Uno de sus regalos fue esta canción. En mi próximo viaje (dentro de dos semanas) la llevo como equipaje, además de un montón de sueños. Sólo espero que esta voz y esta guitarra os sorprenda tanto como a mí, y os descubra algo nuevo. Así, el virus de artistas gigantes sin apenas difusión seguirá rodando por el aire y los oídos.

Voy en busca de las cosas que echa de menos esta canción.
Y todo para decirle a Alicia Fernández, mi hermana,
lo que quizás nunca le dije:
Te quiero. Gracias.






Voy hurgando pa’ ver que llevo
sin olvidar destino y pasaje,
origen y documentos.
Me voy a un horizonte
tan difuso y tan incierto
que mejor me llevo el norte
en una brújula que me invento
la palabra con el acento,
calma en el paso y ansia de abrazo
y la arenga del ser querido
que me despide y que me acompaña:
“metele chango, metele fuerza y maña”.

Mañanitas de sol de enero,
luna y lucero, canto y mirada
y llanto con su silencio.
El mate y la palmada amiga y franca,
la guitarra y el asado
llevo un lastre de cariño por todos lados
y el dolor del error pasado,
el daño que hei hecho viaja en el pecho.
Pa’ tratar de matar los miedos
me llevo encima un poco ‘e prudencia
y para sobrellevar la ausencia,
la paciencia y nada más.

Cotidianos que pierdo al paso
y desgarrándome en pedazos
me voy entero.
Y ya te estaré encontrando,
no sé dónde y no sé cuándo
y mientras tanto largo esta copla
para que agite un poco el vacío
y que te abrace en el nombre mío
si no estoy más.


EQUIPAJE Juan Quintero

Del disco El matecito de las siete (2003)
Luna Monti Juan Quintero

martes, 3 de febrero de 2009

DETECTIVES PRIVADOS




Chivatos profesionales.
Correveidiles de extrarradio.
Celadores del miedo. Búhos.
Los pocos que fueron al colegio
no sobrevivieron al primer recreo.
Sus caras eran poemas
donde los repetidores dejaban claro
que en poesía quedaba mucho por decir.
Sin rimas, sin metáforas.
Versos a puño cerrado.
Mapas de caretos que pisotear. Eso eran.
Y claro, acababan cantando
al director cosas como
yo sé quién roba las tizas don pedro
yo podría informarle a cambio de
un aprobado en educación física
o unos prismáticos azules...
El cuerpo docente les volvió la espalda
pero a base de más versos en sus caras.

Y así les fue negada la capacidad
de sorpresa.

Con una grabadora
y el mismo cigarro pegado a la boca
se les ha visto en el cine -dentro
y fuera de la pantalla- recibiendo
instrucciones en papeles
que debían quemar tras su lectura.
Reconocibles
como si llevaran uniforme.
Con esas típicas
y tópicas gabardinas deambulan
rastreando sangre.

Están en ese coche aparcado frente a tu casa.
En la cola del dentista. A sueldo
de aseguradoras y cornudos.
Te buscan.

Y es que corren nuevos tiempos.
El sexo femenino ha entrado de lleno
en el negocio. Antes eran
insulsas secretarias. Ahora,
decanas del husmeo,
van de incógnito. Pero todos sabemos
que ese barril con rulos y batín
es una de ellos.

Detectives privados.
Raza de alcantarilla.
Peor que los abogados.