Ya me lo decía mi madre: Ay, hijo mío... ¿Y qué será lo próximo?

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Después de un bolo

Hoy tocaba bolo con el piano, en el más allá. Bueno, más allá de Murcia. Varias horas de viaje, solo. Al acabar he salido del hotel y he tomado un café, tranquilamente. Todos deberíamos darnos tiempo para pensar. Lo que decimos, lo que hacemos en nuestra vida, todo eso requiere espacios para observar, para cuestionarse. No tenemos ideas propias, nos llegan dictadas por opinadores que tampoco tienen tiempo, sólo fechas para cierre de edición. Y hay que opinar, esa es otra. Si no opinas sobre Cataluña eres españolista y si el nacionalismo te da arcadas, cualquiera de los dos, no se sabe muy bien de qué lado estás. De todas formas no pensaba en eso, allí, frente al café. Estaba ocupando mi tiempo en sentir la espesa humedad, el sol tenue de septiembre atravesando nubes.
Me he visto allí, sentado, sin prisas, sin un duro... y extrañamente feliz. Haciendo lo que tengo que hacer. Dando la cara, pero no la otra mejilla.
El café muy bueno, por cierto. He hablado con el dueño. Dice que le va bien porque sus clientes son ingleses. Estábamos los dos solos en el local.
Vivimos en un tiempo sin tiempo para vivir.