Se va. La veo
a lo lejos, de lado
a lado. Seis hijos
que ahora son cinco.
Una cadera prestada.
Una soledad de estreno.
Se va. La veo
de espaldas.
Se aleja como el reflejo
en el retrovisor de un tiempo
siempre en marcha.
Ahora
me mira.
Su
mano se agita
como
una bandera blanca.
Sigo
adelante.
Le lanzo un beso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario