Ésta es, sin duda,
la mejor mesa:Junto a la ventana.
Frente a mí,
un espejo en la pared
a modo de retrovisor
me dice cuándo viene.
La espero.
Estoy acostumbrado a esperar
y hacer ver que no lo hago.
También a los días grises
en bares como éste
y el mismo café
en distintos vasos.
A la vendimia nimia de las horas
y la ropa colgando.
A la rima fácil
de mi nombre y apellido
-me recuerda que no quiero
seguir rimando-.
Un momento.
Viene alguien.
No.
No es ella.
Lástima.
Ésta estaba más buena.
Foto: Vicente Llorente, en el lugar exacto del poema. |